domingo, 8 de octubre de 2006

The Ironic Death


I'm not saying what you think I'm saying, but I'm not saying it’s opposite,
either. In fact, I'm not saying anything at all

La ironía es un recurso retórico que por lo general consiste en decir lo contrario de lo que se quiere dar entender y su diferencia fundamental con la metáfora radica en el hecho de que no relaciona un significante con dos significados, sino que relaciona un significado con un contexto (destruyendo la ilusión circularidad del lenguaje), o si se quiere relaciona un significante con un sentido o dirección negativa de su propio discurso. El efecto que se busca a través de este recurso discursivo es tanto la risa como la crítica, pudiendo encontrar también definiciones que la conceptualizan como una burla sutil y disimulada.

Esta demás decir que el uso y la connotación de la palabra ironía ha variado en el transcurso histórico de la cultura occidental y que nuestra percepción de la ironía dista mucho de la noción que tenía Sócrates de dicho termino. De todas formas si se puede decir de nuestra época, que uno de los lugares comunes es asociar el ser irónico con el ser astuto y con la inteligencia, asociación que ha llevado a la proliferación y producción en masa de intentos de irreverencia produciéndose un efecto similar al descrito por Marx en el primer capitulo de la Ideología Alemana.

Por ahí se ha dicho que “La risa es esencialmente liberadora, transgrede y desmitifica todo montaje escénico que se desmesura en su intento fabulador”, de ahí la importancia de la ironía en la construcción de discursos. Pero la risa se puede emular y las sonrisas se pueden imitar, por tanto se pueden crear simulacros de ironía que solo denotan su carácter de mera apariencia en la medida que se descubra la carencia de dicho carácter trasgresor, liberador y desmitificador. El surgimiento de esa “falsa” ironía ha sido uno de los productos más notables de asociación astucia-sarcasmo puesto que se busca el efecto de risa con el fin de obtener reconocimiento social en desmedro de su efecto liberador.

El caso de The Clinic es bastante ejemplificador ya que para muchas personas (dentro de las cuales me incluyo) en algún momento este periódico dejo de ser gracioso. Podemos identificar ese momento como la incorporación de dicho discurso al ámbito de discursos posibles, producto de la adecuación reciproca de su línea editorial y esa entelequia llamada opinión pública. Lo paradójico es que en el instante en que pierde su carácter trasgresor, se instituye como un símbolo de la trasgresión y por tanto se convierte en un producto apetecible para todo organismo pluricelular que intente identificarse con el estereotipo de irreverente. Todo esto también podemos entenderlo desde las categorías de Moscovici, es decir, recordando que una minoría activa solo puede producir conflicto y por tanto cambios sociales a través de la influencia social en la medida que presenta un discurso divergente con respecto al de la mayoría.

El humor es por excelencia la forma de producir conflicto puesto que introduce un quiebre en el orden del sentido, instituyendo la posibilidad de un “otro sentido”. Pero el humor y la ironía como herramienta retórica develan la arbitrariedad del orden del sentido, mas no imponen ese “otro sentido” ya que ese “otro sentido” se sitúa al mismo nivel del primer sentido, por lo que puede generar un tercer sentido (otro sentido del otro sentido) a través del mismo proceso de ironización, que puede extenderse infinitamente de esta forma, en el universo simbólico. Lo que subyace en toda ironía es la noción de absurdo radical y una garantía contra todo discurso que se quiera imponer como verdadero. Volviendo al ejemplo de The Clinic podemos decir, que la desaparición de la ironía de sus paginas es la consecuencia lógica de su compromiso con una determinada ideología puesto que este determinado sistemas de ideas que le dan sentido a sus publicaciones colocan un limite al carácter desmitificador del humor. El propósito de The Clinic es imponer un sentido ligado con las ideas de la izquierda progre y no develar el absurdo de las construcciones discursivas. La ironía es utilizada para imponer otro sentido, no para desmitificar el sentido, de ahí que el humor en sus páginas se haya vuelto apático, bucólico y predecible.

1 comentario:

Maximiliano dijo...

mmmm, si. que ironico.
En todo, caso quiza la cosa no sea el absurdo, sino un sentido de absurdo que es presupuesto en la ironia. Aunque puede que no tambien, porque generalemente cuando se usa la ironia como humor da lugar a más ironias o a un silencio de no poder decir nada más. No, no creo que sea absurdo sino un necesidad de esceptiscismo, o de no presuponerle nada al weon con el que hablai. Pero, por otro lado una ironia que presupone por ejemplo una ideologia, si bien es molesta tampoco puede ser respondida sin quebrar la comunicacion. Ahora bien, lo de que sea un simulacro de simulacro, no sé. Tal vez, es ideologia no más, pero con un velo más.