sábado, 21 de octubre de 2006

Answering Questions that have not yet been Asked


Por lo general es bastante recomendable no hablar de religión ni darle muchas vueltas a la idea de Dios. Probablemente tampoco sea muy útil perder el tiempo en este tipo de reflexiones. Demás está decir que debido a la naturaleza misma de toda discusión metafísica queda nula toda posibilidad de argumentar ciertas posiciones en base a evidencia empíricas por lo que todo lo que se pueda decir acerca de la existencia de Dios queda en un plano especulativo. Y es el carácter especulativo del discurso metafísico lo que ha llevado a plantear que en última instancia el asunto se resuelva a través de un acto de fe.

Muchas de las personas que no han tenido la fortuna de ser iluminados por la fe y que por lo tanto son capaces de reconocer este carácter especulativo que tiene el conocimiento sobre la existencia de Dios lejos de declararse ateos directamente, prefieren mantener una posición agnóstica con respecto a este tema. Tenemos que reconocerle al agnosticismo y en general al escepticismo que lo sustenta que es evidentemente imposible demostrar tanto la existencia como la inexistencia de Dios. Sin embargo, este límite de la razón que desvela el escepticismo encierra en si el peligro de llevarnos a pensar que toda opinión no solo sobre metafísica, sino sobre cualquier otro asunto de carácter abstracto y especulativo como lo es el arte, la política, la libertad, la justicia, dignidad, etc., están al mismo nivel y son igualmente validos, puesto que en la mayorías de estos casos demostrar su facticidad es tan difícil como delimitar objetivamente su definición. Las ventajas de sostener el relativismo que subyace a todo el pensamiento escéptico parecen ser obvias, siempre se es políticamente correcto (un buen intelectual burgués), es posible contar siempre con una garantía contra todo dogmatismo, es funcional al proceso de globalización en la medida que promueve el valor de la tolerancia, y sobre todo el escepticismo nos brinda un argumento cómodo y racional para cerrar la discusión, para poder decir que especular sobre dios y metafísica es poco recomendable y poco útil.

Pero creo que el asunto de la metafísica no se agota en demostrar la existencia o no de Dios, sería tan ilógico como pensar que el problema de la verdad se agota en los límites impuestos por el paradigma verificacionista de la ciencia. Por eso creo que es necesario cambiar la pregunta, ya no por la existencia, sino por el propósito de Dios. Esta pregunta es anulada desde el ámbito de la fe introduciendo la noción de misterio y argumentando la imposibilidad de comprender la naturaleza divina, la anulación de esta pregunta se puede encontrar en Descartes y en la aparición de Jesús a San Francisco de Asís. Desde el ámbito del escepticismo esta pregunto ni siquiera es formulada.

La noción de Dios y el surgimiento de la metafísica en general responden a la necesidad del hombre de ordenar y dar sentido o propósito a la realidad. Entonces es posible constatar que la existencia de Dios se postula como la instancia que trasciende el mundo ya que da sentido y explica la vida en función de un determinado fin. La explicación del mundo, de la vida y todo lo demás se coloca fuera del plano de material. Sin embargo, esa segunda instancia queda en el aire, sin propósito ni trascendencia puesto que tal como lo señala Cortazar “Toda tentativa para explicarlo fracasa por una razón que cualquiera comprende, y es que para definir y comprender habría que estar fuera de lo definido y lo entendible”. De ahí que podemos concluir que la existencia de Dios (o cualquier otro sistema metafísico de naturaleza teleológica) no puede conjurar el absurdo de la existencia misma y por lo mismo su existencia nos debiese ser indiferente, o en palabras de Nietzsche “Aunque la existencia de un mundo semejante [un mundo metafísico], fuese de las mejor probadas, también quedaría establecido que su conocimiento es el más indiferente de todos los conocimientos; más indiferente aún de lo que es para el navegante en la tempestad, el conocimiento del análisis químico del agua”.
De ahí que la diferencia entre un ateo y un escéptico no sea la radicalidad de la posición del primero (radicalidad que solo estaría dada en terminos de la pregunta esceptica), sino las preguntas que cada uno se hace. Ahí esta el truco de Sócrates. Lo importante no es convencer, sino hacer dudar entendiendo que la duda no se aloja en la afirmación en si, sino en las consecuencias de esta. Por eso mismo, a pesar de que mantengo como hipótesis la idea de un absurdo absoluto no me atrevería a defenderla dogmáticamente puesto que de hacerlo pierdo todo fundamento para establecer criterios morales, ¿Bajo que fundamento podría rechazar el genocidio en Irak, si no soy capaz de fundamentar el valor de la vida? En definitiva ¿Es posible una moral cuya base sea una noción absurdista de la vida?

En sintesis reflexionar sobre la idea Dios o sobre cualquiera de estas ideas de carácter abstracto no es interesante por el contenido o la posibilidad de existencia de dichas ideas, sino por la forma en que se llegaron a elaborar estos planteamientos y las posibles consecuencias que se pueden obtener de ellos, es decir, lo importante de una idea entonces serían tanto las preguntas a las que intenta responder como aquellas pueden ser planteadas a partir



- Cuarenta y dos - dijo Pensamiento Profundo, con calma y majestad infinitas.
Pasó largo tiempo antes de que hablara alguien.
Con el rabillo del ojo, Phouchg veía los expectantes rostros de la gente que aguardaba en la plaza.
- Nos van a linchar, ¿verdad? - susurró.
- Era una misión difícil - dijo Pensamiento Profundo con voz suave.
- ¡Cuarenta y dos! - chilló Loonquawl -. ¿Eso es todo lo que tienes que decirnos después de siete millones y medio de años de trabajo?
- Lo he comprobado con mucho cuidado - manifestó el ordenador -, y ésa es exactamente la respuesta. Para ser franco con vosotros, creo que el problema consiste en que nunca habéis sabido realmente cuál es la pregunta.
- ¡Pero se trata de la Gran Pregunta! ¡La Cuestión Ultima de la Vida, del Universo y de Todo! - aulló Loonquawl.
- Sí - convino Pensamiento Profundo, con el aire del que soporta bien a los estúpidos -, pero ¿cuál es realmente?
Un lento silencio lleno de estupor fue apoderándose de los dos hombres, que se miraron mutuamente tras apartar la vista del ordenador.
- Pues ya lo sabes, de Todo..., Todo... - sugirió débilmente Phouchg.- ¡Exactamente! - sentenció Pensamiento Profundo -. De manera que, en cuanto sepáis cuál es realmente la pregunta, sabréis cuál es la respuesta.

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domingo, 8 de octubre de 2006

The Ironic Death


I'm not saying what you think I'm saying, but I'm not saying it’s opposite,
either. In fact, I'm not saying anything at all

La ironía es un recurso retórico que por lo general consiste en decir lo contrario de lo que se quiere dar entender y su diferencia fundamental con la metáfora radica en el hecho de que no relaciona un significante con dos significados, sino que relaciona un significado con un contexto (destruyendo la ilusión circularidad del lenguaje), o si se quiere relaciona un significante con un sentido o dirección negativa de su propio discurso. El efecto que se busca a través de este recurso discursivo es tanto la risa como la crítica, pudiendo encontrar también definiciones que la conceptualizan como una burla sutil y disimulada.

Esta demás decir que el uso y la connotación de la palabra ironía ha variado en el transcurso histórico de la cultura occidental y que nuestra percepción de la ironía dista mucho de la noción que tenía Sócrates de dicho termino. De todas formas si se puede decir de nuestra época, que uno de los lugares comunes es asociar el ser irónico con el ser astuto y con la inteligencia, asociación que ha llevado a la proliferación y producción en masa de intentos de irreverencia produciéndose un efecto similar al descrito por Marx en el primer capitulo de la Ideología Alemana.

Por ahí se ha dicho que “La risa es esencialmente liberadora, transgrede y desmitifica todo montaje escénico que se desmesura en su intento fabulador”, de ahí la importancia de la ironía en la construcción de discursos. Pero la risa se puede emular y las sonrisas se pueden imitar, por tanto se pueden crear simulacros de ironía que solo denotan su carácter de mera apariencia en la medida que se descubra la carencia de dicho carácter trasgresor, liberador y desmitificador. El surgimiento de esa “falsa” ironía ha sido uno de los productos más notables de asociación astucia-sarcasmo puesto que se busca el efecto de risa con el fin de obtener reconocimiento social en desmedro de su efecto liberador.

El caso de The Clinic es bastante ejemplificador ya que para muchas personas (dentro de las cuales me incluyo) en algún momento este periódico dejo de ser gracioso. Podemos identificar ese momento como la incorporación de dicho discurso al ámbito de discursos posibles, producto de la adecuación reciproca de su línea editorial y esa entelequia llamada opinión pública. Lo paradójico es que en el instante en que pierde su carácter trasgresor, se instituye como un símbolo de la trasgresión y por tanto se convierte en un producto apetecible para todo organismo pluricelular que intente identificarse con el estereotipo de irreverente. Todo esto también podemos entenderlo desde las categorías de Moscovici, es decir, recordando que una minoría activa solo puede producir conflicto y por tanto cambios sociales a través de la influencia social en la medida que presenta un discurso divergente con respecto al de la mayoría.

El humor es por excelencia la forma de producir conflicto puesto que introduce un quiebre en el orden del sentido, instituyendo la posibilidad de un “otro sentido”. Pero el humor y la ironía como herramienta retórica develan la arbitrariedad del orden del sentido, mas no imponen ese “otro sentido” ya que ese “otro sentido” se sitúa al mismo nivel del primer sentido, por lo que puede generar un tercer sentido (otro sentido del otro sentido) a través del mismo proceso de ironización, que puede extenderse infinitamente de esta forma, en el universo simbólico. Lo que subyace en toda ironía es la noción de absurdo radical y una garantía contra todo discurso que se quiera imponer como verdadero. Volviendo al ejemplo de The Clinic podemos decir, que la desaparición de la ironía de sus paginas es la consecuencia lógica de su compromiso con una determinada ideología puesto que este determinado sistemas de ideas que le dan sentido a sus publicaciones colocan un limite al carácter desmitificador del humor. El propósito de The Clinic es imponer un sentido ligado con las ideas de la izquierda progre y no develar el absurdo de las construcciones discursivas. La ironía es utilizada para imponer otro sentido, no para desmitificar el sentido, de ahí que el humor en sus páginas se haya vuelto apático, bucólico y predecible.

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domingo, 1 de octubre de 2006

Sobre la democracia de los Blogs

Uno de los lugares comunes de estas cosas llamadas blogs, es introducir en una primera instancia a los posibles lectores, la temática, el propósito, las causas y circunstancias que se encuentran detrás de estas pequeñas publicaciones. Sin embargo, encontrar un homólogo a la introducción de un libro en la redacción de un blog es algo un poco más complicado en la medida que la mayor parte de los blogs de índole personal o literaria carecen en principio de un eje temático en torno al cual estructurarse y por lo general van adquiriendo cierta unidad sobre la marcha de su misma creación.

Entonces nos queda la otra opción: simplemente ingresar a este mundo de escritores improvisados obviando esa pseudo introducción. Sin embargo, proceder de aquella manera deja demasiadas preguntas flotando en el aire, preguntas que quizás no tengan una respuesta clara o definitiva y que por tanto no pueden constituir algo así como una declaración de principios...

Una de aquellas preguntas es sin duda: ¿Por qué a este tipo se le ocurrió comenzar a escribir un blog? Básicamente por lo que me quedo dando vueltas después de leer un artículo aparecido en la nueva revista de cultura que salió el sábado en La Tercera, del cual me di la molestia de transcribir el siguiente párrafo:

"¿Qué logros presenta el blog personal o literario? La respuesta obvia sería: la democracia. En vez de pasar por el filtro de una editorial, en vez de las sucias bambalinas de la exaltación mediática, el blogger solo escribe y postea. La ecuamine red lo equipararía con el escritor más reputado. Esto es cierto en teoría, pero los blogs reales un cuadro menos refulgente. Hay un tipo básico de blog literario, un medio pelo de la escritura online: enlaces lánguidos e ironía adolescente se combinan para asegurar el tedio. Típicamente carece de reflexiones o intentos narrativos, aunque rebosa de amagos de ambas cosas."

Extracto que puede ser algo paradójico si se piensa que dicho suplemento carece de reflexiones o intentos narrativos, aunque rebosa de amagos de ambas cosas, pero que rescata un poco el esplendor y la miseria de los blogs tal como parece entenderlo Garcés al escribir dicho articulo. Los blogs (o sus homólogos) pueden constituir un cambio cualitativo en la forma en que los ámbitos privado y público se relacionan, reestructurando de este modo formas de comunicación que caracterizan nuestras sociedades y el gran tedio que representa la uniformidad de los actuales discursos informativos. Por ahí creo que pasa la cosa de tener un blog, por lo demás no hay discurso vano por mucho que este provoque el tedio de algún columnista del establishment cultural o por el tedio que uno mismo pueda sentir al leerlo.

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